Daniel Esperanza es traductor jurado de inglés número 6117 nombrado por el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación desde el año 2010.
Daniel siempre ha sentido una atracción fatal muy fuerte hacia las lenguas. Solamente ha llegado a dominar el inglés, todo sea dicho, pero tras algunos años de picotear aquí y allá, entiende el francés y el macedonio, además del castellano y el valenciano, faltaria més. En la actualidad se da de tortas con el japonés y lo considera su ultimate crush.
Tras destacar como estudiante en el instituto, en 1995 accedió a Filología Inglesa en la Universidad de Alicante para ver que allí era uno del montón (de abajo del montón, para ser exactos). Gracias a la aparición providencial de un par de compañeros, tomó carrerilla y se licenció en 1999. Los próximos dos años los pasó como becario en el departamento de Derecho Internacional Privado de la misma universidad, donde le picó el gusanillo del inglés jurídico por primera vez. Si es que hay gusanos que pican. También completó el primer año de postgrado que podría haberle conducido al doctorado, pero no.
Porque en 2001 partió hacia las Américas (Crawfordsville, IN) más precisamente para dar clases de español en Wabash College, donde asistió además a algunas clases de literatura afroamericana y de historia de la lengua inglesa. Allí le solicitaron bastantes más traducciones de lo que esperaba y consideró empezar a rentabilizar aquella oportunidad.
A su vuelta a Alicante, en septiembre de 2002, se matriculó en Traducción e Interpretación en la Universidad de Alicante, donde esta vez no hizo ni un solo amigo, dado que seguían llegando encargos desde Estados Unidos que no le dejaban parar. En 2006, Daniel acabó su segunda carrera y en 2010 fue nombrado intérprete-traductor jurado de inglés n.º 6117.
Desde entonces ha realizado traducciones de tipo jurídico así como textos publicitarios y subtitulación (la niña de sus ojos). También ha traducido Atomismo en química, de John Dalton (editorial: servicio de publicaciones de la Universidad de Alicante). Dice que no volvería a repetir.
El año 2018 decidió asentarse en la Marina Alta y desde entonces ofrece sus servicios a particulares, letrados y bufetes.